La matrícula de estudiantes inmigrantes disminuye en escuelas

Publicado: 17 nov 2025, 08:39 GMT-5|Actualizado: hace 5 horas
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ATLANTA, Georgia (AP) - Desde Miami a San Diego, escuelas en diversas partes de Estados Unidos están registrando grandes caídas en la matrícula de estudiantes de familias inmigrantes.

En algunos casos, los padres han sido deportados o han regresado voluntariamente a sus países de origen, impulsados por la amplia represión migratoria ordenada por el presidente Donald Trump. Otros se han mudado a otros lugares en el país.

En muchos sistemas escolares, el mayor factor es que mucho menos familias están arribando de otros países. A medida que menos personas cruzan la frontera de Estados Unidos, los administradores en pueblos pequeños y grandes ciudades por igual están reportando menos estudiantes recién llegados de lo habitual.

Algunos niños juegan en un patio de recreo en la escuela Perkins --la cual cubre desde el...
Algunos niños juegan en un patio de recreo en la escuela Perkins --la cual cubre desde el jardín de niños hasta el 8vo grado-- el jueves 13 de noviembre de 2025, en San Diego. (AP Foto/Gregory Bull)(Gregory Bull | AP)

En las Escuelas Públicas del condado Miami-Dade, aproximadamente 2,550 estudiantes han ingresado al distrito desde otro país en lo que va del año escolar, una disminución respecto a casi 14,000 el año pasado y más de 20,000 el año anterior. Luisa Santos —que asistió a las escuelas del distrito cuando era una joven inmigrante y ahora es miembro de la junta escolar— dijo que la tendencia es “una triste realidad”.

“Yo fui una de esas personas que llegaron cuando tenía 8 años de edad”, recordó Santos. “Y este país y nuestras escuelas públicas —nunca me cansaré de decirlo— me dieron todo”.

Colectivamente, el hecho de que la matrícula haya disminuido en Miami-Dade derivó en la eliminación de unos 70 millones de dólares del presupuesto anual del distrito, lo que obligó a los administradores a movilizarse para cubrir el inesperado déficit.

Un estudiante descansa de jugar fútbol durante el recreo en la escuela Perkins --la cual cubre...
Un estudiante descansa de jugar fútbol durante el recreo en la escuela Perkins --la cual cubre desde el jardín de niños hasta el 8vo grado-- el jueves 13 de noviembre de 2025, en San Diego. (AP Foto/Gregory Bull)(Gregory Bull | AP)

La caída en el número de estudiantes inmigrantes se suma a las tensiones en la matrícula de muchas escuelas públicas tradicionales, que han visto disminuir sus números generales debido a cambios demográficos y a que algunos alumnos optan por otras alternativas, tales como escuelas privadas o educación en el hogar. De todas formas, a pesar de que los recién llegados requieren lecciones de inglés y apoyos sociales, en los últimos años han ayudado a sostener la matrícula en algunos distritos y generar que las escuelas reciban fondos cruciales por alumno.

En el norte de Alabama, Bart Reeves, superintendente de las escuelas de la ciudad de Albertville, ha visto crecer la economía local junto con su población hispana, que durante décadas ha sido atraída por las plantas de procesamiento de aves de corral que existen en la zona. Albertville pronto tendrá su primera tienda Target, un indicio de la creciente prosperidad de la comunidad.

El distrito de Reeves alberga una de las poblaciones estudiantiles hispanas más grandes de Alabama, en la que aproximadamente el 60% de los alumnos dicen ser hispanos. Pero Reeves indicó que la academia del distrito para recién llegados en una escuela secundaria local no ha inscrito a ningún estudiante nuevo.

“Eso simplemente no está sucediendo este año con el cierre de la frontera”, comentó Reeves, quien prevé que el impacto en su presupuesto debido a las disminuciones en la matrícula le cueste unos 12 puestos de maestros.

Algunos estudiantes se están autodeportando junto con sus familias

Un domingo por la mañana en agosto, Edna, una inmigrante de 63 años de El Salvador, recibió la llamada que había estado temiendo. Su amiga, una madre de Guatemala con siete hijos pequeños, había sido detenida en Lake Worth, Florida, por cargos de inmigración luego de que salió a buscar una golosina para el desayuno de sus hijos.

La familia se había preparado para ese momento. Ya se habían elaborado documentos legales que otorgaban la custodia temporal de los niños a Edna, quien pidió ser identificada sólo por su nombre de pila porque teme sufrir represalias migratorias.

“Yo voy a estar aquí y vamos a estar bien”, recordó haberle dicho al hijo mayor, un niño de 12 años.

En las semanas que siguieron, Edna se quedaba en casa con los dos niños más pequeños y cada día llevaba a sus cinco hermanos mayores al autobús para que acudieran a las escuelas públicas del condado Palm Beach, donde la matrícula ha caído en más de 6.000 estudiantes este año. Un día de septiembre, los siete niños abordaron un avión a Guatemala para reunirse con su madre, dejando atrás amigos del vecindario, los ensayos de la banda musical y la única vida que habían conocido.

“Mi casa se siente como un jardín sin flores”, lamentó Edna. “Se fueron todos”.

Ahora la familia vive en una parte rural de Guatemala, fuera del alcance del servicio telefónico. Los cursos escolares allí ya habían comenzado para el año y la madre, que no asistió a la escuela cuando era niña, los mantiene en casa y sopesa si los inscribe el próximo año, señaló Edna.

Escuelas acostumbradas a recibir recién llegados tienen mucho menos este año

Las disminuciones en el número de inmigrantes que llegan a Estados Unidos ya se estaban haciendo evidentes en los números de inscripción escolar este verano.

A mediados de año, las Escuelas Públicas de Denver inscribieron a 400 estudiantes nuevos en el país, en comparación con 1.500 durante el verano anterior. Ubicado fuera de Chicago, el Distrito Escolar Unificado 60 de la comunidad de Waukegan registró una disminución de 100 estudiantes inmigrantes nuevos. Y los administradores del Distrito Escolar Independiente de Houston cerraron la Escuela de Recién Llegados Las Américas, un programa dedicado a niños que son nuevos en Estados Unidos, después de que su matrícula cayera a sólo 21 estudiantes en comparación con 111 el año pasado.

El cambio es visible en lugares como Chelsea, Massachusetts, una ciudad fuera de Boston que durante mucho tiempo ha sido un destino para nuevos inmigrantes. El sistema de Escuelas Públicas de Chelsea, con 6.000 estudiantes, ha atraído a centroamericanos que buscan vivienda asequible, y más recientemente, el estado alojó a haitianos recién llegados en refugios allí. Este año, la afluencia habitual de recién llegados no se concretó.

“Este año ha sido diferente. Mucho más tranquilo”, dijo Daniel Mojica, director del centro de información para padres de Chelsea.

Durante el verano, 152 recién llegados se inscribieron en las Escuelas Públicas de Chelsea, en comparación con 592 estudiantes nuevos en el país el verano anterior.

Algunos también están recogiendo sus cosas y yéndose. Desde enero, 844 estudiantes se han retirado del distrito, en comparación con 805 durante el mismo período el año pasado. Mojica indicó que una mayor proporción de estudiantes que se van —aproximadamente una cuarta parte— están regresando a sus países de origen.

Él atribuye eso en parte a la presencia de agentes enmascarados del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) en las calles de la ciudad.

“Se puede percibir el miedo en el aire”, apuntó.

A los educadores les preocupa que los estudiantes no aprendan

En San Diego, el director Fernando Hernandez ha inscrito a docenas de estudiantes recién llegados de toda América Latina en los últimos años. Muchos hicieron el peligroso viaje a través de las selvas del Darién antes de establecer un campamento en un parque cerca de la escuela Perkins, que cubre desde jardín de niños hasta el octavo grado.

Aproximadamente un tercio de los alumnos en la escuela no cuentan con un hogar. El personal se ha convertido en experto en apoyar a niños que enfrentan adversidades. A medida que arribaban más recién llegados, Hernandez observó cómo los estudiantes mexicano-estadounidenses cambiaban su jerga durante el recreo para que sus nuevos compañeros de clase provenientes de Venezuela, Colombia y Perú pudieran entenderlos mejor.

Pero en lo que va del año escolar, no ha inscrito ni a un solo estudiante recién llegado. Otras familias no regresaron cuando comenzó el nuevo año escolar.

Hernandez teme que el impacto de esta alteración vaya mucho más allá del progreso académico de los estudiantes. Le preocupa que los alumnos se estén perdiendo oportunidades para aprender a mostrar empatía, compartir, estar en desacuerdo y entenderse entre sí.

“Esto es como una repetición de la pandemia (de COVID-19), en la que los niños están aislados, encerrados, sin socializar”, observó.

“Estos niños tienen que estar en la escuela”, agregó.

Natacha, una madre que se mudó con su familia a California después de salir de Venezuela, indicó que trata de evitar salir a lugares públicos, pero continúa enviando a sus hijas a la escuela. La mujer, que pidió ser identificada sólo por su nombre de pila porque teme que la vayan a deportar, dijo que se prepara cada tarde mientras lleva a las niñas a casa, observando la carretera detrás de ella en caso de que otro automóvil esté siguiendo al suyo.

“Me encomiendo a Dios”, expresó.

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